La adquiere por el valor de 5.200 patacones. Se conocía como patacón a la moneda utilizada en aquella época. Su nombre proviene del árabe batakká (‘ventana’), ya que muchas monedas acuñadas en el medioevo poseían en su cara la representación de un mihrab (‘nicho’ u ‘hornacina’), que parecía una ventana.

Don Vicente y Doña Catalina tuvieron ocho hijos, entre ellos, Antonio, quien fue reconocido como el traductor de los Derechos del Hombre, fue el tercero de ellos, quien vivió aquí sus primeros 20 años.

En ese año Doña Catalina Álvarez, madre de Antonio, vendió la propiedad. Posteriormente, la Casa tuvo diversos dueños.

Gracias al expresidente Rafael Núñez, quien reconoció en la Casa de Nariño su belleza, importancia histórica y ubicación estratégica, cerca del Capitolio Nacional, la convirtió en la residencia oficial del Presidente de la República.

Bajo la administración del expresidente general Rafael Reyes; los arquitectos Gastón Lelarge (francés) y Julián Lombana (colombiano), la antigua casa cambió de infraestructura y de nombre, pasó a llamarse el “Palacio de la Carrera”, porque anteriormente en la carrera 7ª funcionaba la oficina del correo y en ese entonces, los itinerarios entre destino y destino se denominaban “Carreras”.

Este nuevo palacio se inauguró en el año 1908 y allí residieron los presidentes de la República de Colombia hasta el 9 de abril de 1948.

Cuando se da el bogotazo, la residencia presidencial se traslada de nuevo al Palacio de San Carlos, hoy Ministerio de Relaciones Exteriores y Cancillería.

Parte de la fachada y algunos muros del costado oriental sobre la carrera séptima se conservan, desde que el presidente López Michelsen (1974 - 1978), amplió el palacio hacia los costados occidental, norte y sur, logrando con esto una simetría del orden clásico y un proyecto moderno de Casa o Palacio Presidencial.